4 de septiembre de 2010

ARGENTINA. ¿QUE NOS PASA?

¿Cómo se explica que teniendo crecimiento de la economía, recuperación del Producto Bruto Interno, más de U$S 50.000 millones de reservas en el Banco Central, buen comportamiento de las cuentas fiscales, altos niveles de recaudación; cómo se explica que continuando firmes las exportaciones a Brasil de automotores y productos metalúrgicos, sostenidas las exportaciones de televisores, electrodomésticos, alimentos y bebidas; cómo se explica que teniendo excelentes cosechas en general y de soja en particular con más de 50 millones de toneladas y exportaciones de productos primarios, que contribuyen al fortalecimiento de los recursos del Estado; finalmente, cómo se explica que, a pesar de estos datos, no se advierta mejoría en las condiciones productivas, industriales y sociales, no disminuya la pobreza ni logremos desarrollar el país? Pero, además, ¿qué es lo que pasa para que Argentina tenga menos inversión externa e interna que la mayoría de los países latinoamericanos, disponga de menos crédito internacional y las tasas de interés sean más altas que las de nuestros vecinos? Vamos a intentar explicar algunas causas.

1. Inflación. Los analistas económicos sostienen que para este año 2010, la inflación estará entre el 25 y 35 %, pasando a ser el principal problema de la economía argentina, no sólo por su incidencia directa sino por las expectativas que genera. El gobierno sigue promoviendo el aumento de la demanda como si estuviéramos en recesión. Pero el aumento de la demanda, si no se corresponde con un incremento en la oferta de bienes, como sucede hoy, produce aumentos de los precios que, al ser generalizado, se refleja en inflación, y ello incide negativamente en todos los sectores pero fundamentalmente en los sectores de ingresos fijos generando mayor pobreza, como lo muestran los indicadores. La alta inflación no es condición para el crecimiento. Brasil crecerá al 7% pero con una inflación de 5,6%. Chile crecerá algo menos que la Argentina, pero sus proyecciones inflacionarias para este año se ubican en 4%. La inflación no sólo empobrece la población sino que genera incertidumbres que desalientan la inversión.

2. Gasto Público. Nuestro país exhibe el nivel más alto de gasto público de los últimos 30 años y actualmente crece un 70% más que el Producto Bruto Interno. El 27,2% del aumento en el gasto público a partir del 2003 es explicado por los subsidios y básicamente el aumento se dio en los últimos cuatro años. El gasto en subsidios se mantuvo constante en el periodo 2002/06 en torno al 2,7% del PBI; en cambio, a partir del 2007, los subsidios aumentan rápidamente y terminan duplicando su participación en el PBI, esto es, pasan del 2,7% del PBI al 5,3% en el 2010. Por sector los aumentos son los siguientes: a) energético, de $4.032 millones en el año 2006 pasa en el 2009 a $15.944 millones: b) transporte, de $1.876 millones en el 2006 pasa a $11.584 millones en el 2009. Considerando el total de subsidios: de $8.800 millones en el 2006 se pasa a $33.300 millones en el 2009; para el 2010 se calcula que los subsidios alcanzarán una cifra que oscila en entre los 41.000 y 44.000 millones.

3. Presión Tributaria. El sistema impositivo argentino tiene el nivel más elevado de presión tributaria de toda la historia, en el año 1932 la presión tributaria fue del 9%, en el 2010 será del 28,7 del P.B.I., a pesar que la política tributaria está diseñada para inflación cero. En el proceso inflacionario actual, se están pagando impuestos sobre ingresos contables – a raíz de los anticipos impositivos que en el mejor de los casos son devueltos con cuentagotas-y no sobre ingresos reales provocando así un aumento indirecto de la presión fiscal y contribuyendo al desaliento.

4. Restricciones a la importación que configura una política de comercio exterior administrada, donde el gobierno dispone arbitrariamente quién importa y quien no. Ello aumenta la incertidumbre en el frente interno y agudiza conflictos con los principales clientes externos. China ya ha aplicado represalias, otros países las han anunciado.

5. Institucionalidad. Cuando hablamos de institucionalidad, nos referimos a un estado donde la ley es el instrumento preferente para guiar la conducta de los ciudadanos. La transparencia, predictibilidad y generalidad están implícitas en él. Esto conlleva a que se facilite las interacciones humanas, permite la prevención y solución efectiva, eficiente y pacífica de los conflictos, y nos ayuda al desarrollo económico sostenible y a la paz social. Para un Estado de Derecho efectivo es necesario:

· que el derecho sea el principal instrumento de gobierno;

· que la ley sea capaz de guiar la conducta humana;

· que los poderes la interpreten y apliquen congruentemente.

Sin dudas en nuestro caso la institucionalidad está fuertemente debilitada por el manejo arbitrario del poder, la escasa transparencia de los actos de gobierno y el espíritu confrontativo, propio de gobiernos autoritarios que creíamos superados. Esta forma de construcción política los impulsa a dividir la sociedad entre “amigos y enemigos” y generar mayor violencia que se manifiesta en todos los aspectos y contribuye a la creación de un clima de incertidumbre que afecta negativamente, entre otras cosas, al aprovechamiento de nuestras posibilidades de desarrollo. Las empresas que califican a los países, en general tienen en cuenta cuatro aspectos: a) estado de la economía; b) instituciones y su funcionamiento; c) finanzas públicas; d) riesgos de decisión. Para nuestro país, la mayor fortaleza es la economía y la mayor debilidad las instituciones y riesgos de decisión; esas características van de la mano con otras como la información nada confiable del INDEC, la falta de transparencia, inseguridad jurídica, incertidumbre generada por los cambios de rumbos bruscos e inconsultos. Entre otras por esas razones, figuramos ocupando los últimos lugares entre los países latinoamericanos.

6. Concepción del poder. Existen quienes piensan que el poder se ejerce imponiendo modelos pensados en la intimidad y ejecutados con amigos cuidadosamente elegidos. Que ese modelo debe ser impuesto sin consensuar con las organizaciones políticas, productivas, empresariales y sociales, incluso sin la participación de los ciudadanos, salvo que se sometan a los dictados de ese poder.

El nivel de consulta se agota en el acto comicial. Una vez logrado el éxito electoral se gobierna tratando de controlar las instituciones y condicionando a las organizaciones empresariales, productivas industriales, profesionales y sociales a su modelo previamente diseñado, muchas veces parcialmente explicitado, pero siempre buscando su imposición a partir de creer que esa verdad es la única y que el éxito electoral los faculta para imponerla. En esta concepción ubicamos al actual gobierno del matrimonio Kirchner.

Nosotros pensamos que el poder debe ejercerse guiado por valores. Que un modelo social-demócrata moderno debe construirse sobre la base de una amplia participación que posibilite a todos los actores aportar a su diseño, aún desde la defensa de sus propios intereses sectoriales. Que esa alternativa luego debe ser explicitada a la sociedad, puesta a su consideración y ejecutada con la mayor fidelidad posible.

Aquellos creen que para el ejercicio del poder valen los atajos, los engaños, las falsedades, totales o parciales. Nosotros creemos que la buena política consiste en interpretar las distintas opiniones, las verdades relativas y la diversidad, y desarrollar el arte de hacer compatible esas características articulando y buscando los consensos para aproximarnos a la verdad y hacer posible aquella consigna del CAMBIO EN PAZ, que caracterizó la campaña presidencial de don Arturo Illía y que practicó durante su gobierno (1963-1966) y respetó hasta el último minuto de su vida.

Ya casi nadie, salvo este gobierno, considera al que opina diferente como su enemigo. Pocos creen que la confrontación y el odio, ayuden a construir un país mejor para todos. Ayer intentaron destruir a los partidos políticos; luego confrontaron con los productores, desconociendo que la base de nuestra recuperación en buena medida depende de ese sector. Luego arremetieron contra los medios que osaron discrepar con su política. Hoy se alejan de los empresarios, descalifican y sancionan a aquellos que no los acompañan. Se alejan del sector pasivo al cuestionar al Congreso de la Nación por querer cumplir con los jubilados de reconocerles el 82% móvil, a pesar de demostrarse, que esa reparación histórica es posible sin desfinanciar al Estado.

Estas son algunas de las causas, que entre otras, explican porque estamos como estamos y hace imprescindible el cambio a partir del 2011. Definir y consensuar el modelo. Afianzar los equipos. Elaborar los programas de gobierno y garantizar su financiamiento, son las asignaciones pendientes. Hay que proponer e iniciar el camino de la solución de todos los problemas estructurales que el país tiene, aunque sea tarea para varios gobiernos. Basta de administrar la crisis y “hacer la plancha”. La forma de equivocarnos menos consiste en que los actores participen en la elaboración de las soluciones. Que toda la población sepa hacia dónde vamos. Que determinemos qué políticas quedan fuera de la competencia electoral para ser de todos; más allá de los estilos que cada partido político le imponga a su instrumentación. Dialogar, escuchar, respetar al que piensa diferente, ser tolerante con quien circunstancialmente se muestra como nuestro enemigo. Es el desafío de la hora. Así lo han entendido los países desarrollados y aquellos que se encuentran en camino de serlo, nuestros vecinos entre ellos. Chile, Brasil, Uruguay, Perú, Colombia, México avanzan en un clima de búsqueda permanente de consensos, de armonización de intereses. Y construyen sin pausa, con mejores resultados que los que podemos exhibir nosotros a pesar de estar en algunos aspectos en mejores condiciones que ellos.

¡Podemos ser un gran país!. ¡Solo de nosotros depende!.

POR UN CAMBIO EN PAZ


Alberto H. FONTAN

Asesor Económico

Juan José CAVALLARI

Diputado de la Provincia de Buenos Aires

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